Cuando uno se sienta a ver el episodio final de Obi Wan Kenobila irregular miniserie dirigida por Deborah Chow (2022) que nos da la pieza que faltaba en el rompecabezas sobre el personaje de Alec Guinness y Ewan McGregor entre Star Wars: La venganza de los Sith (2005) y Una nueva esperanza (1983), lo que quieres es que no se pierda el nivel avanzado del anteriorcon los elementos novedosos quizás aportados por el cineasta Andrew Stanton y su gran energía dramática.
Por ahora, comienza tirando del último hilo que nos dejó y de la considerable preocupación por quien verdaderamente restablecería el equilibrio en la Fuerza, y que había aparecido en el capítulo inicial: el Lucas Skywalker interpretado por el jovencísimo Grant Feely. Con esto, confirman lo que ya suponíamos: su apariencia, así como el papel principal de su hermana, Leia Organa de Vivien Lyra Blair, un simple regalo no está destinado para los seguidores de guerra de las Galaxias.
Aparte del coraje agradecido mostrado por la tía Beru Lars de Bonnie Piesse, lo que ella es, pero de ninguna manera simple o despreciable, pronto se nos da: el descubrimiento repentino de que han logrado que el enlace entre Obi-Wan Kenobi y la princesa galáctica muévenos; y se lo debemos en gran parte a la precisa elaboración emocional de Ewan McGregor, contenida pero no escasa pero sí llena de pequeños matices que le dan credibilidad y, en definitiva, evitan la tentación del exceso.

¡Advertencia, spoilers por delante!

La falta de fluidez y el pobre ‘crescendo’
Sin embargo, los esfuerzos de Deborah Chow y el guión firmado por Joby Harold, Hossein Amini y el mencionado Andrew Stanton se ven ensombrecidos por una circunstancia inevitable: eso ya lo sabemos todos los héroes principales sobrevivirán para seguir luchando en las futuras aventuras que conocemos, y que debilita la intriga. Esto no impide, sin embargo, que nuestra curiosidad por saber cómo se puede resolver la situación sin vender coherencia se mantenga intacta.
Por otro lado, que el combate decisivo entre Obi-Wan Kenobi y Hayden Christensen el Darth Vader, con James Earl Jones en las cuerdas vocales, se produce sin demasiado retraso, sorprendiéndonos. Pero la razón es que sabiamente han decidido prolongarlo lo suficiente para darle la epopeya correspondiente ante un evento de tal magnitud. Y tanto la coreografía como la composición visual dinámica y los coros de la banda sonora de Natalie Holt cumplen.

Bajo el gobierno del Imperio, Obi-Wan Kenobi emprende una misión trascendental
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El problema que existe se encuentra en la concepción del montaje. Con el enfoque narrativo dividido entre el choque de los antiguos colegas y Reva de Moses Ingram con la familia Tatooine, habría que añadir la tensión de los dos enfrentamientos. Pero desafortunadamente, Deborah Chow y compañía no han entendido o no han podido idear una configuración en la que las transiciones de una etapa a otra fluyan, mantengan la tensión y logren una crescendo real.
La agridulce experiencia de ‘Obi-Wan Kenobi’

El espectáculo de los sables de luz y sus colores opuestos no defrauda, en cualquier caso. Pero desconcierta un poco por la misma razón que la muestra de poder de Darth Vader en el quinto episodio: el grado de este último, que también se transmite al de Obi-Wan Kenobi en recuperar sus tratos con la Fuerza, nos parece algo hiperbólico. Y no podemos evitar recordar Dragon Ball Z (1989-1996) o la trilogía de Matriz (1999-2003).
Tampoco han conseguido trazar tal recuperación de forma clara, definida y comprensible: pasa y ya está. Pero del intercambio de palabras entre el protagonista de Ewan McGregor y su antiguo aprendiz, tan temible a la vista aquí como el emperador Sheev Palpatine de Ian McDiarmid, obtenemos una explicación razonable y bastante simple de la forma en que Jedi supera su dolor y culpa por Anakin Skywalker. chapo en ese sentido.

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Del mismo modo, se libran de los esfuerzos del gran villano por perseguirlo con prudente facilidad. Y, respecto al ex inquisidor Reva, su redención sufre el contragolpe de la falta de fluidez y la crescendo deficiente y no nos afecta en absoluto a pesar de los esfuerzos de la actriz Moses Ingram. Y escuchar en el epílogo, durante sus despedidas, algo de la clásica partitura de John Williams para guerra de las Galaxias Es lo más apropiado y agradable. Agridulce, la experiencia de Obi Wan Kenobi.